Por Andrés González, Ph.D.
Las empresas siempre han sido ejes importantes en el desarrollo de las sociedades modernas. Durante varios años, hemos visto que las empresas han actuado bajo el esquema planteado por lo que se conoce como Responsabilidad Social Corporativa (CSR, por sus siglas en inglés), es decir hacia enfocando sus esfuerzos hacia ámbitos sociales y medioambientales. No obstante, su ADN, su esencia está cambiando. Tanto empleados como accionistas están demandando posiciones claras por parte de los pisos gerenciales hacia los eventos dentro y fuera del país.
Estamos viviendo tiempos difíciles para el mundo, los eventos políticos por los que atraviesan los Estados cada vez demandan más acciones por parte de las empresas, de sus líderes y de sus empleados. Es así como grandes nombres como Airbnb, Starbucks o BlackRock han sido protagonistas y acompañantes de procesos políticos como la mejora de las condiciones laborales de sus trabajadores, la ayuda humanitaria a refugiados afganos o la oposición firme ante el ataque de Rusia a Ucrania.
Un nuevo concepto surge para entender el ritmo de la globalización empresarial: la Responsabilidad Política Corporativa. Este concepto pone sobre la mesa, el cuestionamiento a las empresas de por qué estas no se involucran políticamente. OJO!, no estamos hablando de que sean empresas “politiqueras” sino “políticas”. La misión de una empresa es inspirar e informar a sus empleados, clientes y accionistas acerca de los eventos políticos dentro y fuera del país y cómo estos afectan o favorecen a su desarrollo. Al hacerlo, generan una mejor reputación, mejoran sus ventas y aumentan su credibilidad ante las distintas instancias de la sociedad y el gobierno.
"Es así como grandes nombres como Airbnb, Starbucks o BlackRock han sido protagonistas y acompañantes de procesos políticos."
Las claves para entender este concepto giran alrededor de cinco puntos básicos:
Los clientes, los empleados, los socios comerciales y la opinión pública exigen que las empresas se posicionen ante los problemas políticos y asuman la responsabilidad de ayudar a resolverlos.
Las generaciones más jóvenes, los millennials y la generación Z, reclaman una mayor protección del clima, cuestionan los patrones de consumo, se preocupan por las cadenas de suministro justas, etc.
Las últimas tendencias como el “sello verde”, el “fair trade” y demás calificativos corporativos son de importancia para las empresas, ya que los actuales y futuros empleados se identifican con estos distintivos.
Las empresas invierten recursos y contenido para defender el orden democrático a través de sus mensajes, campañas y publicaciones.
El lugar de trabajo es un laboratorio de la democracia, en el cual se encuentran personas con diferentes orígenes, etnicidades, religiones, orientaciones sexuales, etc. y trabajan por un objetivo común.
De esta manera, queda claro que la Responsabilidad Social Corporativa es cosa del pasado. El rol de las empresas en la sociedad, tanto en la actualidad como en el futuro, se reafirma con la Responsabilidad Política Corporativa. Las acciones sociales y medioambientales no pueden existir sin que las empresas primero se involucren políticamente, de tal manera que se conviertan en factores de cambio a todo nivel y por lo tanto generen una mejor y mayor estabilidad política, económica y, por supuesto, social. Es ahora más importante que nunca, en la era post pandemia, activar a las empresas y permitirles involucrarse en el discurso y debate de temas de trascendencia nacional e internacional.
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